UMMAGUMMA (Pink Floyd,1969)

A pesar del título un tanto misterioso, en argot de Cambridge “Ummagumma” significa simple y llanamente “follar”. ¿Quizás los Floyd querían darte consejos subliminales sobre las artes carnales? Pues no.

En esta ocasión optaron por un disco ‘democrático’: que cada uno hiciera lo que le viniera en gana con la cuarta parte que le tocaba. En su época, con el jipismo y las sustancias fumables y/o etílicas, propició viajes diversos, pero visto en perspectiva es una tomadura de pelo. Wright jugaba al músico ‘clásico’ con una mini sinfonía caótica dedicada al mito de Sísifo, de la que sólo se salva la cuarta parte (con un bonito melotrón). Waters hacía una baladita discreta (‘Grantchester Meadows’) y un insufrible collage a base de gritos y ruiditos. Gilmour aportó ‘The Narrow Way’, lo más salvable del lote, pero, aun así, de los doce minutos sobran unos cuantos. Por su parte, Mason facturaba un horrendo artefacto no-musical (excepto una intro de flauta), que evidenciaba sus nulas capacidades compositivas. ¿Por qué demonios no he calificado este álbum como el peor de los Floyd? Pues porque viene acompañado de un disco en vivo muy logrado, con la cósmica ‘Set the Controls for the Heart of the Sun’, la demencial ‘Careful with that Axe, Eugene’, y excelentes versiones de ‘Astronomy Dominé’ y ‘A Saucerful of Secrets’ [Jordi Planas, Ruta 66]

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