con su combinación de wah-wah, bajo musculado, cuerdas envolventes y una flauta asilvestrada hasta que entra la voz profunda de Hayes para contarnos quién es Shaft y el orgullo que representa para los de su raza.
Elegía del blaxploitation, Shaft (estrenada en España como Las noches rojas de Harlem), de Gordon Parks, incorporó a la perfección, como los demás títulos de esta corriente, la música negra para explicar historias de negros para un público negro. Narraciones criminales y libidinosas, como en este caso, con un punto hedonista a la vez que reivindicativo. Un tortazo a Sidney Poitier y una reafirmación de los tipos duros hasta entonces solo reservados para los blancos, antihéroes de una ficción naturalista. El sonido de Hayes es soul, funk, algo de jazz, vibráfono, órgano, bongos, mucha guitarra y arreglos de cuerda pre-sonido Filadelfia, e incluso un guiño a Burt Bacharah en ‘Early Sunday Morning’ (Quim Casas, ‘Las 100 mejores bandas sonoras’ RockdeLux)
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