LET’S GET LOST (Chet Baker, 1988)

Este precioso homenaje del fotógrafo Bruce Weber a la fotogenia suprema de Chet Baker (1929-1988), es un descarnado documento sobre un artista que hizo de la delicadeza su fuente de inspiración… y de la catástrofe vital, su modus operandi. 

Lirismo y sutileza con la trompeta, dulce susurro de voz suave, baladas románticas y melancólicas con cadencia swing: estándar de calidad eterno, como testimonia la banda sonora, grabada en 1987 y publicada en 1989.

Chet Baker se precipitó, acaso por accidente, desde la ventana del segundo piso de un hotel de Ámsterdam el 13 de mayo de 1988. Por meses, no pudo ver la película, crónica de una muerte anunciada. Tristeza contenida, la misma que destila su historia, plena de episodios rocambolescos, de yonqui sin solución de continuidad. La escena: demacrado y malhumorado, pide silencio y, por tanto, respeto antes de acometer ‘Almost Blue’ (de Elvis Costello) en una bulliciosa fiesta en el festival de Cannes en 1987 con gente guapa (lo que él había sido); cruel alegoría. Tocó en España en tres conciertos dos meses antes de su muerte. Yo lo vi el 8 de marzo de 1988 en Barcelona (Zeleste 2). A pesar de su estado físico, todavía era The Coolest Man in Cool Jazz. (Santi Carrillo, ‘Las 100 mejores bandas sonoras’ RockdeLux)

 

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