HUNKY DORY (David Bowie, 1971)

Este es el disco con el que definitivamente empieza a perfilarse la carrera de Bowie, siempre con la precaución debida cuando hablamos de un artista en constante cambio. 

Con este álbum llegaron algunas novedades, desde la forma de componer hasta la manera de interpretar las canciones, con un toque más arty y un pop más melódico, pasando por la consolidación de la banda que acabaría siendo Las Arañas de Marte. Curiosamente este giro hacia el pop se producía después de que fueran los efluvios más potentes de The Man Who Sold the World los que habían dado a conocer a David Bowie en los Estados Unidos, donde a estas alturas gozaba de mayor fama que en su país de origen. También había cambiado de discográfica pasando a RCA, un sello que no tenía claro lo que tenía entre manos hasta que llegó el aluvión de críticas positivas. Bowie, todavía considerado un artista emergente, se salía de los cánones establecidos por el rock de principios de los setenta para introducirse en otras sendas, algunas de las cuales ya habían abierto T. Rex unos meses antes. A Hunky Dory le costó algo más entusiasmar a los compradores de discos, que solo lo auparon a los primeros puestos de las listas tras el éxito de Ziggy Stardust. Es también este el disco en el que Bowie empieza a mostrar su interés por la cultura americana, con canciones dedicadas a Andy Warhol, Lou Reed y Bob Dylan. Un disco que sigue fascinando tantos años después con su mágica combinación de pop y vanguardia, de innovación y comercialidad. (Fidel Oltra, ‘Hace 50 años’, Ruta 66)

 

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