Y, lo que es más curioso, nadie se acordaría de él si no fuese por Jimi Hendrix, quien pedía en 1968 a todas las emisoras a las que acudía que pinchasen esta incendiaria pesadilla psicodélica que no tiene guitarras ni bajo. Simplemente la brutal voz de Brown, un prominente órgano Hammond, una rudimentaria batería y los vientos fueron suficientes para quemarnos tres minutos en el averno. (Xavier Valiño, ‘Cancionero del 68’ Ruta 66)
FIRE (The Crazy World of Arthur Brown, 1968)
La vida de Arthur Brown ha estado siempre marcada por la frase que habría su único éxito: “¡Soy el Dios del Fuego Infernal!”.
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