FIEBRE DEL SÁBADO NOCHE

Unos botines de tacón cubano pisan Bay Ridge, barrio al suroeste de Brooklyn, al ritmo 4x4 de ‘Stayin’ Alive’ de los Bee Gees, con andares seductores. “Well, you can tell by the way I use my walk I'm a woman's man, no time to talk”, confirma el falsete de Barry Gibb...

en la canción sobre supervivencia urbana que abre Fiebre del sábado noche, de John Badham; la ciudad como una jungla, el club como el refugio. El 7 de junio de 1976 el artículo “Tribal Rites Of The New Saturday Night”, publicado en New York Magazine por el periodista Nik Cohn, había llamado la atención de Robert Stigwood, mánager del grupo de los hermanos Gibb, cofundador de RSO Records y empresario de teatro musical. Stigwood vio potencial dramático al retrato en clave de nuevo periodismo de un joven italoamericano de clase trabajadora que trabajaba en una ferretería de día y era la estrella de la discoteca del barrio los sábados por la noche, y compró los derechos de la pieza. El plan era que los Bee Gees firmasen la banda sonora explotando el potencial para la música disco, la tendencia musical del momento, del sonido que habían estrenado con Main Course (1975), y que los había devuelto a las listas de éxitos.

Como todos sabéis, el plan les salió redondo: la banda sonora vendió 25 millones de copias entre 1977 y 1980, colocó cuatro singles en el número uno (‘How Deep Is Your Love’, ‘Stayin’ Alive’ y ‘Night Fever’, de los Bee Gees, y ‘If I Can't Have You’ de Yvonne Elliman, compuesta también por Barry, Robin y Maurice Gibb), y se llevó cuatro Grammy, incluido el de Disco del Año. Y poco importa que en 1997 Nik Cohn revelase haberse inventado los ritos tribales de ese nuevo sábado noche. Tony Manero será un arquetipo vigente mientras la cultura de club siga sirviendo de ascensor social. (Marta Salicrú, ‘Las 100 mejores bandas sonoras’, RockdeLux)

 

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