Ambientada en Modesto, California, a principios de los 60, la película acompaña a un grupo de adolescentes a lo largo de una noche, la última que pasarán juntos después de acabar el instituto y antes de separarse para entrar de formas distintas en el mundo de los adultos. Para anclar el relato a un momento y a un estado de ánimo concretos, George Lucas recurrió a una banda sonora (a día de hoy, una retrospectiva de hits que en su día fue un exitoso doble álbum) compuesta por canciones que dan testimonio de la época (Chuck Berry, Buddy Holly, The Beach Boys, doo-woop...) y, más importante, por cómo están elegidas y dispuestas, dialogan con maestría con esos personajes que se mueven entre el sentido de pérdida, la frustración y el entusiasmo juvenil. (Desirée de Fez, ‘Las 100 mejores bandas sonoras’ RockdeLux)
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